En los últimos años se ha hablado mucho del propósito de una organización. Se ha convertido en un término recurrente en foros de liderazgo, innovación y gestión del talento. Pero, a menudo, su verdadero significado se diluye entre esloganes de marketing o frases inspiradoras sin conexión con la realidad de la empresa.
Para entenderlo de forma más clara y tangible, podemos mirar a la naturaleza. Las abejas nos ofrecen una lección magistral, según observa el CEO de Madavi, Fernando Iglesias, en este post de LinkedIn.
Las abejas: misión y propósito de una organización en acción
Las abejas tienen una misión muy clara: hacer miel. Pero su propósito va mucho más allá: polinizar. Esa diferencia lo cambia todo.
La miel es el resultado inmediato de su trabajo, pero la polinización es el impacto trascendental que generan en el mundo. Gracias a ella, los ecosistemas se sostienen, la biodiversidad florece y los seres humanos podemos alimentarnos.
Lo fascinante es que no necesitan hacer nada extra para cumplir su propósito. Cuanta más y mejor miel producen, más polinizan. Su misión (hacer miel) está profundamente alineada con su propósito (polinizar).
2 grandes lecciones sobre el propósito de una organización
Y ahí están las dos grandes lecciones que podemos aplicar al mundo empresarial.
Lección 1: El propósito de una organización debe ser importante
Un propósito auténtico no puede limitarse a servir únicamente a los intereses de la propia organización. Debe trascender, tener un impacto visible y multiplicador en la sociedad.
Igual que el propósito de las abejas sostiene ecosistemas enteros, el propósito de una empresa debería responder a una pregunta esencial:
¿Qué perdería el mundo si nuestra organización no existiera?
Cuando el propósito es relevante, inspira a empleados, atrae a clientes, motiva a inversores y genera orgullo en todos los que lo comparten.
Es más que un eslogan: es una fuente de sentido y dirección.
Lección 2: El propósito y la misión deben estar alineados
De poco sirve tener un propósito elevado si no guarda coherencia con la actividad diaria de la empresa.
Si las abejas tuvieran que dejar de hacer miel para polinizar, no serían sostenibles. De la misma manera, una compañía no debería “forzar” acciones externas para cumplir su propósito.
El verdadero propósito se cumple cuando, al hacer bien la misión de cada día, se genera un impacto positivo en el mundo.
Cuando hay coherencia, no se requiere un esfuerzo adicional: basta con buscar la excelencia en lo que ya se hace.
Esto crea un círculo virtuoso: cuanto mejor se ejecuta la misión, más se potencia el propósito; y cuanto más fuerte es el propósito, más sentido cobra la misión.
¿Qué características debe tener el propósito de una organización?
Siguiendo la enseñanza de las abejas, podríamos resumir las dos características esenciales:
- Trascendencia
– Va más allá de la empresa.
– Genera impacto en clientes, sociedad y entorno.
-Aporta un sentido profundo, no solo un beneficio económico.
- Coherencia
-Está conectado con la misión y las actividades diarias.
-No es un añadido artificial, sino el resultado natural de hacer bien el trabajo.
-Su fuerza radica en la alineación: misión y propósito se refuerzan mutuamente.
Una reflexión final sobre el propósito de una organización:
El propósito de una organización no es un adorno corporativo. Es la brújula que da sentido, que inspira y que conecta a una empresa con el mundo. Como las abejas, las organizaciones que comprenden esto generan un impacto que trasciende y, además, aseguran su propia sostenibilidad.
Quizás la gran pregunta para cada empresa, líder o equipo sea esta: ¿Estamos haciendo miel… o también estamos polinizando?