¿Para qué?, ¿hacia dónde?, ¿hasta cuándo?… Reflexiones de Cristina Sendino sobre Flexibilidad

Por Cristina Sendino, partner de Madavi

Hay días en los que me siento arrastrada por el mar de palabras que me rodea. Algunas de ellas se han repetido tanto en lo que llevo de vida que ya no sé las veces que las he oído, analizado, escrito… Hablando de competencias profesionales y a medida que mi experiencia ha ido cambiando, el significado ha ido evolucionando.

Últimamente me persigue la palabra flexibilidad. Creo que incluso he tenido alguna pesadilla relacionada con ella.

«Yo me imaginaba como Elastigirl, de Los increíbles»

Todo empezó hace unos cuantos años. Una comienza a trabajar con tantas ganas, le pone tanto esfuerzo e ilusión que cuando oía: “En este trabajo Cristina, necesitas ser flexible” yo me imaginaba como Elastigirl (es la protagonista de la película de Disney “Los increíbles”) y me doblaba y estiraba y retorcía para resolver los misterios más peliagudos de mi puesto y de los que tenía a mi alrededor.

A medida que ganaba experiencia profesional mi interpretación de la palabra se iba modificando. Puede que en ocasiones hasta pensara que me iba a descuartizar (siento ser tan gráfica) de todo lo que necesitaba doblarme y estirarme.

Cristina SendinoAsí, en esa postura tan “cómoda” me vi pidiendo, incluso exigiendo a las personas de mi equipo que fueran flexibles. Lo que no recuerdo es qué definición era la que usaba en ese momento. Siendo sincera quería que se adaptaran a mi opinión, a mi voluntad y a mi actitud. No sé yo si eso era ser buen líder. Bueno, sé que no… pero tampoco estoy para fustigarme, la verdad.

Participé en la definición de competencias que íbamos a usar en las evaluaciones de desempeño. Me acuerdo bastante de esos dos días porque aprendí mucho escuchando a mi alrededor. Fue una lección de humildad. Ahora que lo pienso, puede que en ese momento se sembrara alguna semilla de buen liderazgo. El resultado de ese trabajo nos confirmó que la flexibilidad era muy importante para la empresa. Habíamos vivido épocas con multitud de cambios y variaciones. Un crecimiento exponencial que requería moverse rapidísimo. Nos enfrentamos a retos de los que parecía que no íbamos a salir. Atravesamos crisis, negociaciones, cambios de rumbo, desplantes, decepciones, decisiones sorprendentes, incluso con implicaciones personales, y siempre utilizando la flexibilidad… Ahora en la distancia y desde la situación que vivimos parecen tan tan pequeños.

Nos parecía inviable que los proveedores se adaptaran a nuestras condiciones, que accedieran a colocar un código de barras en los productos. Pues lo hicieron.

Nos parecía imposible que después de un tifón llegaran los suficientes productos a nuestros clientes. Pues lo conseguimos.

Nos parecía increíble llegar a las cifras de ventas. Pues llegamos.

Hasta hace unos meses muchos nos sentíamos orgullosos de esas historias de crisis en las que habíamos dado lo mejor de nosotros mismos. Cuando recordábamos esos momentos, algunas de las fortalezas que más nos habían ayudado a superarlos eran la capacidad de adaptación y la flexibilidad. Nos ajustamos a las circunstancias sacando buenas notas y conseguimos guiar al equipo para llegar al mejor resultado posible.

Recuerdo a un compañero, algo pesimista, decirme cada año: “ufff Cristina, este año es el peor que hemos vivido”. Qué diría ahora…

«La flexibilidad es uno de los pilares fundamentales para nuestro desarrollo»

La verdad es que siempre he creído que las personas somos bastante flexibles, nos viene de serie. Somos una especie de muelle metálico que se estira, se encoge y se dobla. Como buen metal somos dúctiles y maleables y sobretodo buenos conductores de la temperatura y la electricidad. Con calor, buena comunicación, respeto y confianza somos capaces de lograr hasta lo que no podíamos imaginar. Y ¡por Tutatis! que este último año que hemos pasado es la prueba definitiva de ello.

Me da en la nariz que la flexibilidad es uno de los pilares fundamentales para nuestro desarrollo como personas y como líderes. El cómo mantengamos la temperatura del metal de los muelles definirá nuestra capacidad para llevar a nuestros equipos al siguiente nivel. ¿Qué nivel? Pues el que toque y eso sí, sorteando todos los obstáculos que nos vayamos encontrando. Uno de los que acecha desde hace unos meses es la fatiga y, volviendo al diccionario, una de las acepciones de esta es: “pérdida de la resistencia mecánica de un material, al ser sometido largamente a esfuerzos repetidos”.

¿Qué nos ayudará entonces? La clave está en entrenar y practicar la flexibilidad. Hablo de entrenar la nuestra y por supuesto la de nuestros equipos. En esta situación que estamos viviendo tengamos cuidado con ese entrenamiento ya que (y utilizando un símil deportivo) al haber sido el estiramiento muy rápido, el músculo no cuenta con el tiempo necesario para adaptarse a esta nueva elongación y en cambio se fuerza las partes menos flexibles de las que componen una articulación.

Cada persona necesita una rutina de entrenamiento y el hecho de no entrenar correctamente la flexibilidad puede producir: deformaciones en las posturas (encontradas) y aumenta las posibilidades de tener lesiones (contagiosas)…como por ejemplo las que se dan cuando la imposición recorta nuestra libertad y nos hace sentir que nos estiramos (o nos hacen estirar) ¡sí! pero ¿para qué? ¿hacia dónde? ¿hasta cuándo?

Busquemos las herramientas adecuadas para observar y escuchar a cada persona de nuestro equipo, ya sea cuando los vemos en la oficina o a través de la pantalla (lo que antes nos podía servir ahora quizá no nos valga) y facilitemos que mantengan el equilibrio para que no lleguemos a la situación de que alguien se rompa por estirarse demasiado. Hasta los metales más maleables tienen su punto de rotura.

Recordemos qué es lo mejor que hemos conseguido con esa flexibilidad, cómo podemos hacerlo incluso mejor y qué acciones vamos a poner en marcha.  

 

 

 


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